|| Oh, Atael, ¡donde te has metido!

por **everything** Sáb Feb 02, 2019 2:37 am

Oh, Atael, ¡donde te has metido!

Bloom cerró la puerta con un golpazo extremadamente innecesario. Titubeó antes de trancar la puerta, dudando entre todas las llaves que tenía en la misma. Optó por la que parecía (y que de hecho, lo era) más adecuada.
Giró la llave y suspiró.

«Oh, Atael» pensó «¡Dónde te has metido!»

Se volvió esperando ver a Michael tras de ella, más estaba sentado en el sillón. Con los hombros tensos, hacía muecas, como si pensara en algo pero no encontrara la manera de decirlo.

—¿Estás bien?— preguntó el ángel.

Mike se llevó la mano a la cara.

—Más o menos...— suspiró.

—¿Más más que menos o más menos que más?— contestó el ángel con tono empalagoso.

—Más menos que más.

El ángel respiró hasta llenarse los pulmones. Sintió la respiración de Michael debido al silencio que había en la habitación. A medida que pasaba el tiempo, deseaba más sentir la energía del chico. Sabía que era un sentimiento que iba más allá de lo que alguna vez había sentido en el Cielo. Pero no lo entendía.
Caminó hasta el sillón y se sentó, sin mirar a Michael. Suspiró, y finalmente le sostuvo la mirada.

—¿Puedo preguntarte algo?— susurró el chico repentinamente.

Bloom se sorprendió, y abrió la boca para contestar.

—Claro— contestó confundida.

—¿Por qué tenías tantas ansias de conocerme en un inicio?— preguntó.

—¿Por qué no las tendría?— contestó el ángel.

Desde un inicio Bloom sabía que quién había escrito aquella carta no era simplemente un ser humano, era algo más, lo sabía por su esencia, el aroma que había dejado en el papel. Por eso le había contestado.

—¿Por qué querrías conocer a un extraño que escribió una carta arriesgando decepcionarte completamente al verlo?

—¡Por que sabía que no me decepcionarías!— exclamó el ángel — ¡Deja de estar tan cegado por eso! ¿Crees que de verdad me decepcionaste?

Michael entornó los ojos y clavó la mirada en Bloom.

—Sé que lo hice.

—Pues es la primera vez que debo decirte: ¡estás equivocado!— contestó — ¡Me causaste de todo menos decepción, Michael!

El chico se encogió de hombros.

—¿Y cómo sé que no me estás mintiendo?

Bloom respiró. Cerró los ojos y se arriesgó a pronunciar unas de las palabras más importantes de toda su vida.

—Por que te amo. Y te aseguro, Mikey, nunca te mentiría.

Michael enrojeció hasta más no poder, y miró a Bloom con una mueca de preocupación.

—¿Qué?

—Lo que oíste. Yo...

—No, no, no.. No puedes... No, no— Michael se agarró la cabeza y comenzó a reír — No puedes, no.. no.

—¿Que no puedo qué?

—Yo... no sé si lo malinterpreté, pero no. No. No puedes... ¡No puedes!

—¿¡Porqué!?

—¡Por que no tiene sentido!— exclamó — ¡Todavía no sabes nada como para decir que me amas!

Bloom no contestó. En cambio, hizo silencio, esperando a que el chico se calmara.

—En ese caso, ¿me podrías enseñar lo que todavía no sé?

Ambos hicieron silencio, mirándose. Bloom se mordió el labio, pues finalmente pudo mirar a Michael a los ojos. Respiró profundo y bajó su mirada a los labios del chico, pero inmediatamente reprimió ese pensamiento.

—En ese caso— comenzó Michael — Acomódate, porque esto es largo.

Aproximadamente una hora después, Bloom y Mike seguían hablando en el sillón.

—...entonces me dieron esta casa, que antes era de mi tía Anne, para que me quede.

El ángel hizo silencio, mientras miraba a Michael con un dejo dulce en sus ojos.

—Pero ese no es el problema.

Bloom hizo una mueca y ladeó la cabeza.

—¿A qué te refieres?— preguntó.

—En el accidente del '87, yo...— hizo una pausa — ...quedé con un par de cicatrices, ¿sabes?

El ángel retrocedió. Se hizo una imagen en la mente, pero no quería adelantarse.

—...y realmente, nadie sabe sobre eso. Porque...

Bloom lo miró, comprensiva, esperando que terminara la oración antes de hablar.

—Me da miedo. Me da miedo y me da vergüenza porque no... es normal.

—Y...— comenzó Bloom — ¿Te importaría mostrármelas?

Lentamente, tomó las manos de Michael entre las suyas y le sonrió, para hacerle saber que sin importar lo que fuera, no iba a dejar de apoyarlo.
Repentinamente, el chico quitó sus manos de entre las de Bloom y se las llevó a la cabeza, para delicadamente dejar su gorro sobre la mesa. Lo miró con melancolía, como si le doliera quitárselo, y volvió su vista hacia los ojos de Bloom.
El ángel suspiró, para luego brindarle a Mike una mirada cálida. Se inclinó sobre él, y con cuidado, besó su frente.

—¿No crees que era estúpido decir que iba a dejar de amarte, corazón?

09

11

'98

♪ Hye Ri